viernes, 16 de marzo de 2012

Objeto para ser destruido, objeto de destrucción, objeto indestructible*



Una balanza. Un metrónomo para el ready-made que contabiliza el ojo del amor perdido. El duelo del artista y del mundo se presenta en la necesidad de que la cronometría pueda mirar fijamente al usuario. Pero adosarle el fragmento de una fotografía no es un duelo consumado, es un melancolismo gélido. Como si el tiempo ya más grávidamente vacío que las líneas rectas de la redención impotente, estuviera listo otra vez para ser vivido nuevamente, sin requerir remembrar los escombros que conglomeran los cadáveres de los mesías a los que no se les permitió nacer.
Sopesar al gran ojo humano, las manos pictóricas del implume risible y político, es una empresa pensable justo en el momento preciso que posibilita la optimista vanguardia. Barbarismo propuesto frente al espectador desgastado de la guerra es poquísimo. La metralleta escandalizó mucho en un comienzo, luego era como fuego de la hornalla que calienta el agua del té matinal. Toda vez que la trinchera fue el espectáculo seglar, ¿pudieran conmover a alguien las desarticuladas aglomeraciones de los dadaístas? ¿Pudieran sorprender a quienes percibieron en un campo beligerante el collage más abominable de jirones de carne, alambres y nostalgia yuxtapuestos a la tierra?
Quizá sea éste el motivo por el cual se dice que el movimiento del Dadá es la cola prensil del surrealismo. Unos sucesores que experimentaron la verdad cabal de su empresa y se echaron a dormir. Quizá no debieron haber despertado nunca, salvo los que nunca decidieron recostarse en los bellos salones mientras las trincheras acogían los miembros pacientes de la ablación, la que sutilmente operaba el revés de la razón y el progreso.

*Ready-made de Man Ray que tuvo los tres nombres sucesivamente, de acuerdo a las modificaciones que realizó el señor en tres circunstancias distintas.

sábado, 25 de junio de 2011

Todos en dirección al circense ritual,
Al estadio de leones sanguinarios.
Corriendo como el arrollo de la verdad,
Es la trampa del que dice lo que es.

Lo que es no se dice, no.
No se dice, nada es no dicho.
Lo decible es el todo, es él.
El todo es el gran invento,
Cual alfabeto incipiente.
Cuánto acre y gravoso texto,
Esenciófago  y sojuzgante escarnio.

El todo es la ocurrencia lábil,
Quijada de los detenidos
Es el gran ludismo del escriba.

viernes, 11 de febrero de 2011

Servidor neuronal no encontrado. Comuníquese con San Pedro. Telemarketer impío, el primer papa de la ecuménica domesticación

 Hay un algo que seduce a cualesquiera entre los que sean. 
                                                                           Lo que sea que esos fuesen.
 Le remite un mensaje.   
                                    (Ya nostalgia y neuralgia que se arrima a silbar graznidos)
                                                                                                    [el ecuánime Álgebra-cadraba agita una pócima y burbujea un teorema sin axioma, cual huérfano no percatado:  =/= ergo agujero mestizo. El universo presuntuoso es ingeniero de la aria vía láctea. No obstante: Cabaret del big bang. Hay agujeros bastardos de apellido "Espósito"]
                           El burócrata de la cuántica cualificarla y gruñidanzarla. 
                         
           ¡Cantar de los oscurantistas de la Luz!
                                                                                                      -salto impredecible tipea el hijo de K., aún  más oficinista que el crío del Padre de K- 
                                        Registro civil del ministerio de la incógnita  
                                         unos Documentos Galácticos de Indescifrables Carátulas para feos troglodíferos idiotas.

El encanto
                La epistolar mediación 
                             Sobre amarillento-                        UNA NADA

Contiene a ella y a la Estampita (En el margen fue impresa. Ed. La Orilla del vacío, Año de publicación: mucho antes de los gemidos de María y mucho después de la cornífera imagen del carpintero pobretón. "Hétero-ayudame Sirena, anacoreta es más melodramático que suicidios vencidos por plazo excedido") 

Era una servilleta de papiros piromaníacos. Una vez en el tiempo había limpiádose el  REY Acéfalo.


                            Lo antecedente murmuraba


                                      El Deseo

Tanto idioma para que el mono se cague en la lingüística de los rayos catódicos.

martes, 8 de febrero de 2011

Secretando

En fin y alguna vez más allá del tiempo,
El parlante, más tarde silente escritor,
Regala incautamente el secreto
A la palabra.

Contar todos los secretos
A viva voz,
Para que dejen de ser descubiertos
Y se amarren a los garrotes de la palabra.

En la fiesta de la subsistencia,
La lengua reúne lo disperso.
Depreda deglutiendo
Y alega necesidad como buen letrado.
Para que la imputabilidad
Ingrese a su coto de caza
Y refine a la presa,
En el cenáculo de la carne.

Lo disperso aglutinado,
No es jamás comunión.
Cada íntimo sentido
Es vivencia sin pedir la mano
A la expresión que no enaltece

Lo común del secreto dicho
Inmediatamente al ser hablado
No es otra cosa sino renacer
Como secreto.

Tal como la trinchera
Que es expectar defensivo,
Y muere cuando llega
El momento del ataque.
Para ser un detalle geográfico,
En el campo de guerra fenece.
Un ser que espera para ser
Lo que le anula su destino,
Justo en el final realizado.

El secreto sea lo imposible
No lo reservado celosamente
Para la cercana y vernácula
Nodriza chismosa.

Que la prensa burda de lo grotesco
Y el alboroto de los días que pasan
Se enteren de la confidencia.

No hay secreto en los secretos,
Dientes que no morderán ausencias.

Epitafios vanos para finitudes
Y si el lector de tumbas los leyera,
Será el arcano.
De las que han sido presencia y
Pasada es ya su hora.

Lo han urdido para guardar
Por siempre lo que nunca pudieron dar:
La razón de preservar ardorosamente
Una pregunta que las perseguía,
Para que sus sombras la respondieran.

El extrañamiento de ser
El interlocutor de un interrogante
Tan punzante como inexistente.

Las respuestas están esperando
En lo común y en la lengua.
Ella segrega signos
Antemano diseñados.

Tu silencio es el secreto,
Tu palabra es el cerrojo
Y quizá la clave exacta es callar.

Como lo común de mil diferencias,
Asesinadas con el mismo calibre,
Es callar para ostentar
Que lo disperso no es fragmento,
Ni polvillo que pretenda ser barrido.

¡Gritan las almitas!
Al resoplar el aire
De la nariz del viento.
El que se atorbellina en el vacío,
Él, el vientre amorfo.
Cuna y fuente de toda figurita efímera que
Zapatea la inquietud de lo inconfesable.

martes, 12 de octubre de 2010

Otralegoría

Oye tú, querido príncipe de castillos encantados, tengo que gritarle algo a los poros de tu estupidez. Encontraste el zapato de la doncella, ella se ha marchado. El zapato es la huella y el símbolo de un indicio. Pero el pie que culminaría tu empresa, la de hallar a la actriz que marcó su ausencia con ese objeto, es muy veloz o tal vez demasiado lento. Demasiado para ti. Muy poco también.

lunes, 19 de julio de 2010

Grandilocruento

Dedicado especialmente a mí, que suelo presentar la antífrasis de lo que me supongo siendo.

Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros ya no creemos en las grandes y solemnes alturas. Nosotros titubeamos con solidez y encogemos valerosamente nuestros hombros cuando creemos que ciertamente sabemos en qué cree nuestro creer. Nosotros ya exhalamos vientos gélidos. Nosotros ya estamos cómodos en la indómita electricidad. Nosotros ni siquiera confiamos en la primera persona del plural. Nosotros yacemos jactanciosos en la lengua gangrenosa de la tra(d)ición. Nosotros nos dejamos ser hablados por centros vacíos y no rezamos por ello a ningún Otro que nos haga otra la vida. Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros mucho etcétera. Nosotros tenemos una pretensión y hacía allá nos eyectamos. Nosotros habitamos la prosa del mundo pendiendo de un signo escurridizo que nunca termina de disolverse en el agua de fondo de la gramática. Nosotros queremos algo, soñamos con la tibieza de una obra que, inapropiable por toda museo-conservación (para bien nuestro), aun desconocemos la posibilidad de su realización. Nosotros pretendemos incendiar las enmohecidas páginas escritas por el Desertificador y alzar ahí, con el pincel borracho del más ligero óleo de libertad, las puertas de par en par abiertas a un poema que no necesita expresar Algo, un poema que nos done un nuevo horizonte y no este barro arcilloso que nos traga impúdicamente. Nosotros somos nuestros mejores enemigos, por eso tenemos tanto amor propio.

sábado, 17 de julio de 2010

Precariedad sintáctica

Carnes sin Palabra que no pasan de fantasmas hambrientos

Las conexiones sinápticas
Un tren subterráneo sin escalas
Transporte de hordas de locos sin frío
El chaleco de fuerza sofoca
En la primavera del desatino

En la salubridad del desequilibrio seguro de sí
Mi cráneo es el altar de cuerpos desbordados
Viditas en permanente fogueo
Un incendio experimental desatado
Un baile hiperquinético sin dirección
Sobre las ascuas ardientes del desvarío

Miles de corazones alborotados
Avasallándose en el atropello
Como jauría hacía el hueso
Para mordisquear el verbo

Hambre y sed de miles de Alter
Frente al escenario estrecho
De una única boca
Inapta para turnos simultáneos
Donde sucede un solo Ego
Cada vez

El bufón que se es
Es bufón al infinito
Y ni siquiera se es
Un bufón protagonista