Carnes sin Palabra que no pasan de fantasmas hambrientos
Las conexiones sinápticas
Un tren subterráneo sin escalas
Transporte de hordas de locos sin frío
El chaleco de fuerza sofoca
En la primavera del desatino
En la salubridad del desequilibrio seguro de sí
Mi cráneo es el altar de cuerpos desbordados
Viditas en permanente fogueo
Un incendio experimental desatado
Un baile hiperquinético sin dirección
Sobre las ascuas ardientes del desvarío
Miles de corazones alborotados
Avasallándose en el atropello
Como jauría hacía el hueso
Para mordisquear el verbo
Hambre y sed de miles de Alter
Frente al escenario estrecho
De una única boca
Inapta para turnos simultáneos
Donde sucede un solo Ego
Cada vez
El bufón que se es
Es bufón al infinito
Y ni siquiera se es
Un bufón protagonista
Sólo un no-vidente podría barruntar la verdad. Narciso no conoció espejos ni reflejos. Narciso no podría haber sido egocéntrico. Narciso entonces lo supo. Narciso sucumbió ante la imagen. Prefirió ser hermoso y no hablar. Eligió ser Flor. Murió cuando se ahogó en el charco de su imagen líquida. Narciso no dice yo. Cuando lo dijo algo se perdió. Silencio sabio de los pétalos de Narciso ante el vacío de la Voz de Eco y sus reverberaciones. Ya quisiéramos ser Narciso tan Otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario