Dedicado especialmente a mí, que suelo presentar la antífrasis de lo que me supongo siendo.
Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros ya no creemos en las grandes y solemnes alturas. Nosotros titubeamos con solidez y encogemos valerosamente nuestros hombros cuando creemos que ciertamente sabemos en qué cree nuestro creer. Nosotros ya exhalamos vientos gélidos. Nosotros ya estamos cómodos en la indómita electricidad. Nosotros ni siquiera confiamos en la primera persona del plural. Nosotros yacemos jactanciosos en la lengua gangrenosa de la tra(d)ición. Nosotros nos dejamos ser hablados por centros vacíos y no rezamos por ello a ningún Otro que nos haga otra la vida. Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros mucho etcétera. Nosotros tenemos una pretensión y hacía allá nos eyectamos. Nosotros habitamos la prosa del mundo pendiendo de un signo escurridizo que nunca termina de disolverse en el agua de fondo de la gramática. Nosotros queremos algo, soñamos con la tibieza de una obra que, inapropiable por toda museo-conservación (para bien nuestro), aun desconocemos la posibilidad de su realización. Nosotros pretendemos incendiar las enmohecidas páginas escritas por el Desertificador y alzar ahí, con el pincel borracho del más ligero óleo de libertad, las puertas de par en par abiertas a un poema que no necesita expresar Algo, un poema que nos done un nuevo horizonte y no este barro arcilloso que nos traga impúdicamente. Nosotros somos nuestros mejores enemigos, por eso tenemos tanto amor propio.
Sólo un no-vidente podría barruntar la verdad. Narciso no conoció espejos ni reflejos. Narciso no podría haber sido egocéntrico. Narciso entonces lo supo. Narciso sucumbió ante la imagen. Prefirió ser hermoso y no hablar. Eligió ser Flor. Murió cuando se ahogó en el charco de su imagen líquida. Narciso no dice yo. Cuando lo dijo algo se perdió. Silencio sabio de los pétalos de Narciso ante el vacío de la Voz de Eco y sus reverberaciones. Ya quisiéramos ser Narciso tan Otro.
lunes, 19 de julio de 2010
sábado, 17 de julio de 2010
Precariedad sintáctica
Carnes sin Palabra que no pasan de fantasmas hambrientos
Las conexiones sinápticas
Un tren subterráneo sin escalas
Transporte de hordas de locos sin frío
El chaleco de fuerza sofoca
En la primavera del desatino
En la salubridad del desequilibrio seguro de sí
Mi cráneo es el altar de cuerpos desbordados
Viditas en permanente fogueo
Un incendio experimental desatado
Un baile hiperquinético sin dirección
Sobre las ascuas ardientes del desvarío
Miles de corazones alborotados
Avasallándose en el atropello
Como jauría hacía el hueso
Para mordisquear el verbo
Hambre y sed de miles de Alter
Frente al escenario estrecho
De una única boca
Inapta para turnos simultáneos
Donde sucede un solo Ego
Cada vez
El bufón que se es
Es bufón al infinito
Y ni siquiera se es
Un bufón protagonista
Las conexiones sinápticas
Un tren subterráneo sin escalas
Transporte de hordas de locos sin frío
El chaleco de fuerza sofoca
En la primavera del desatino
En la salubridad del desequilibrio seguro de sí
Mi cráneo es el altar de cuerpos desbordados
Viditas en permanente fogueo
Un incendio experimental desatado
Un baile hiperquinético sin dirección
Sobre las ascuas ardientes del desvarío
Miles de corazones alborotados
Avasallándose en el atropello
Como jauría hacía el hueso
Para mordisquear el verbo
Hambre y sed de miles de Alter
Frente al escenario estrecho
De una única boca
Inapta para turnos simultáneos
Donde sucede un solo Ego
Cada vez
El bufón que se es
Es bufón al infinito
Y ni siquiera se es
Un bufón protagonista
sábado, 10 de julio de 2010
Tercer prolegómeno al silencio
Horizonte que no se traga a ningún confín de tierras
Cielo que no sobrevuela territorio alguno
La vida no es ombligo en el abdomen del tiempo
La entrepierna del caos entre ceja y ceja
El tránsito del movernos de puente a puente
Una isla desperdigada en el ojal de la nada
El hilo que aún no hemos tejido
El camino de los pies de nadie
Los callos de los días futuros que no pisaremos
El sueño del perro que envidiamos
La boca cerrada de la noche que dice la verdad mientras dormimos
La obra del escritor, ignorante del punto, que nunca leeremos
Cielo que no sobrevuela territorio alguno
La vida no es ombligo en el abdomen del tiempo
La entrepierna del caos entre ceja y ceja
El tránsito del movernos de puente a puente
Una isla desperdigada en el ojal de la nada
El hilo que aún no hemos tejido
El camino de los pies de nadie
Los callos de los días futuros que no pisaremos
El sueño del perro que envidiamos
La boca cerrada de la noche que dice la verdad mientras dormimos
La obra del escritor, ignorante del punto, que nunca leeremos
Segundo prolegómeno al silencio
Tal vez no algo más que éso
Quizá meramente aquello
Probablemente sólo esto
Verosímilmente sea un qué-sería
Si fuese un qué-sería cualquiera
Una indeterminación innominada
Un revés de lo ni anverso ni reverso
Sería un siendo-siempre-y-ya
Lo Ni
Ni que ni siquiera es el guión trémulo del Sí-No
Ni cual siquiera el ni del ni-siquiera
El color de la no imagen
El motor de lo que no restaña la apertura
Apertura de la herida del cuerpo de la ausencia
Quizá meramente aquello
Probablemente sólo esto
Verosímilmente sea un qué-sería
Si fuese un qué-sería cualquiera
Una indeterminación innominada
Un revés de lo ni anverso ni reverso
Sería un siendo-siempre-y-ya
Lo Ni
Ni que ni siquiera es el guión trémulo del Sí-No
Ni cual siquiera el ni del ni-siquiera
El color de la no imagen
El motor de lo que no restaña la apertura
Apertura de la herida del cuerpo de la ausencia
viernes, 9 de julio de 2010
Primer prolegómeno al silencio
Si bárbaro es el otro
El que no es hablado
Por "los iguales" discursos y patrones
Entonces soy la creencia cada-vez-ya interrumpida
Ello me está siendo sapiente
Él es tan bárbaro como yo
El que me parodia y se compadece
Comparece en la imagen
Su dedo inquisitivo
Pesticida en la paupérrima maceta
Sicario ad honorem de la delincuencia menor
De las raíces famélicas de Narciso
El proverbio del otro
Su Padremuerto de cada día
Es un gemido de Eleonor Rigby
Así de inaudible
Así de imposiblemente sonoro
Así y cuánto más de imposible gemido
Así de inexistente
El otro me es orando
“Me mata la diferencia”
Una alteración imperceptible
Una distracción inadmitida
Para que no me altere
Yo voy en romería
Clamo orando su refrán
Lascivia y fetiche de rodillas laceradas
Expiación y purga
Goce perverso que pide más
Ninfomanía de dilución
Ya quisiera ser las veces gato
Poder hacerlo
Llevar el equipaje de lo que me resulta incomprensible
Que la muerte pueda ostentar
La “s” de los plurales
La diferencia ya no me mata
Mi empatía con las terceras personas
Tanta sinceridad como la de una palabra sobrestimada
Tal como “verdad” pudiera significar
Todos los problemas
El problema
Tan probable como vencerme
Así de solapado
Así de cabalmente asumido
Afirmo entender de veras
Qué sentido puebla la diferencia
Tanto como el enemigo insurrecto
En la ilusión frágil y caduca
De los ojos de Winston
Una vieja saca dos botones
Aparentan ser monedas
Las coloca en la mano del ciego mendigo
Le hace abrir bien los ojos y lo obliga a mirar
Su noble caridad y despojo filántropo
Duerme muy tranquila
No sin rezar antes un Padrenuestro
Mea culpa
El que no es hablado
Por "los iguales" discursos y patrones
Entonces soy la creencia cada-vez-ya interrumpida
Ello me está siendo sapiente
Él es tan bárbaro como yo
El que me parodia y se compadece
Comparece en la imagen
Su dedo inquisitivo
Pesticida en la paupérrima maceta
Sicario ad honorem de la delincuencia menor
De las raíces famélicas de Narciso
El proverbio del otro
Su Padremuerto de cada día
Es un gemido de Eleonor Rigby
Así de inaudible
Así de imposiblemente sonoro
Así y cuánto más de imposible gemido
Así de inexistente
El otro me es orando
“Me mata la diferencia”
Una alteración imperceptible
Una distracción inadmitida
Para que no me altere
Yo voy en romería
Clamo orando su refrán
Lascivia y fetiche de rodillas laceradas
Expiación y purga
Goce perverso que pide más
Ninfomanía de dilución
Ya quisiera ser las veces gato
Poder hacerlo
Llevar el equipaje de lo que me resulta incomprensible
Que la muerte pueda ostentar
La “s” de los plurales
La diferencia ya no me mata
Mi empatía con las terceras personas
Tanta sinceridad como la de una palabra sobrestimada
Tal como “verdad” pudiera significar
Todos los problemas
El problema
Tan probable como vencerme
Así de solapado
Así de cabalmente asumido
Afirmo entender de veras
Qué sentido puebla la diferencia
Tanto como el enemigo insurrecto
En la ilusión frágil y caduca
De los ojos de Winston
Una vieja saca dos botones
Aparentan ser monedas
Las coloca en la mano del ciego mendigo
Le hace abrir bien los ojos y lo obliga a mirar
Su noble caridad y despojo filántropo
Duerme muy tranquila
No sin rezar antes un Padrenuestro
Mea culpa
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