lunes, 19 de julio de 2010

Grandilocruento

Dedicado especialmente a mí, que suelo presentar la antífrasis de lo que me supongo siendo.

Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros ya no creemos en las grandes y solemnes alturas. Nosotros titubeamos con solidez y encogemos valerosamente nuestros hombros cuando creemos que ciertamente sabemos en qué cree nuestro creer. Nosotros ya exhalamos vientos gélidos. Nosotros ya estamos cómodos en la indómita electricidad. Nosotros ni siquiera confiamos en la primera persona del plural. Nosotros yacemos jactanciosos en la lengua gangrenosa de la tra(d)ición. Nosotros nos dejamos ser hablados por centros vacíos y no rezamos por ello a ningún Otro que nos haga otra la vida. Nosotros tenemos pocas pretensiones. Nosotros mucho etcétera. Nosotros tenemos una pretensión y hacía allá nos eyectamos. Nosotros habitamos la prosa del mundo pendiendo de un signo escurridizo que nunca termina de disolverse en el agua de fondo de la gramática. Nosotros queremos algo, soñamos con la tibieza de una obra que, inapropiable por toda museo-conservación (para bien nuestro), aun desconocemos la posibilidad de su realización. Nosotros pretendemos incendiar las enmohecidas páginas escritas por el Desertificador y alzar ahí, con el pincel borracho del más ligero óleo de libertad, las puertas de par en par abiertas a un poema que no necesita expresar Algo, un poema que nos done un nuevo horizonte y no este barro arcilloso que nos traga impúdicamente. Nosotros somos nuestros mejores enemigos, por eso tenemos tanto amor propio.

sábado, 17 de julio de 2010

Precariedad sintáctica

Carnes sin Palabra que no pasan de fantasmas hambrientos

Las conexiones sinápticas
Un tren subterráneo sin escalas
Transporte de hordas de locos sin frío
El chaleco de fuerza sofoca
En la primavera del desatino

En la salubridad del desequilibrio seguro de sí
Mi cráneo es el altar de cuerpos desbordados
Viditas en permanente fogueo
Un incendio experimental desatado
Un baile hiperquinético sin dirección
Sobre las ascuas ardientes del desvarío

Miles de corazones alborotados
Avasallándose en el atropello
Como jauría hacía el hueso
Para mordisquear el verbo

Hambre y sed de miles de Alter
Frente al escenario estrecho
De una única boca
Inapta para turnos simultáneos
Donde sucede un solo Ego
Cada vez

El bufón que se es
Es bufón al infinito
Y ni siquiera se es
Un bufón protagonista

sábado, 10 de julio de 2010

Tercer prolegómeno al silencio

Horizonte que no se traga a ningún confín de tierras
Cielo que no sobrevuela territorio alguno
La vida no es ombligo en el abdomen del tiempo

La entrepierna del caos entre ceja y ceja
El tránsito del movernos de puente a puente

Una isla desperdigada en el ojal de la nada
El hilo que aún no hemos tejido
El camino de los pies de nadie
Los callos de los días futuros que no pisaremos

El sueño del perro que envidiamos
La boca cerrada de la noche que dice la verdad mientras dormimos
La obra del escritor, ignorante del punto, que nunca leeremos

Segundo prolegómeno al silencio

Tal vez no algo más que éso
Quizá meramente aquello
Probablemente sólo esto
Verosímilmente sea un qué-sería

Si fuese un qué-sería cualquiera
Una indeterminación innominada
Un revés de lo ni anverso ni reverso
Sería un siendo-siempre-y-ya
Lo Ni

Ni que ni siquiera es el guión trémulo del Sí-No
Ni cual siquiera el ni del ni-siquiera
El color de la no imagen
El motor de lo que no restaña la apertura

Apertura de la herida del cuerpo de la ausencia

viernes, 9 de julio de 2010

Primer prolegómeno al silencio

Si bárbaro es el otro

El que no es hablado

Por "los iguales" discursos y patrones

Entonces soy la creencia cada-vez-ya interrumpida

Ello me está siendo sapiente

Él es tan bárbaro como yo


El que me parodia y se compadece

Comparece en la imagen

Su dedo inquisitivo

Pesticida en la paupérrima maceta

Sicario ad honorem de la delincuencia menor

De las raíces famélicas de Narciso


El proverbio del otro

Su Padremuerto de cada día

Es un gemido de Eleonor Rigby

Así de inaudible

Así de imposiblemente sonoro

Así y cuánto más de imposible gemido

Así de inexistente


El otro me es orando

“Me mata la diferencia”

Una alteración imperceptible

Una distracción inadmitida

Para que no me altere


Yo voy en romería

Clamo orando su refrán

Lascivia y fetiche de rodillas laceradas

Expiación y purga

Goce perverso que pide más

Ninfomanía de dilución


Ya quisiera ser las veces gato

Poder hacerlo

Llevar el equipaje de lo que me resulta incomprensible

Que la muerte pueda ostentar

La “s” de los plurales

La diferencia ya no me mata


Mi empatía con las terceras personas

Tanta sinceridad como la de una palabra sobrestimada

Tal como “verdad” pudiera significar

Todos los problemas

El problema


Tan probable como vencerme

Así de solapado

Así de cabalmente asumido

Afirmo entender de veras

Qué sentido puebla la diferencia

Tanto como el enemigo insurrecto

En la ilusión frágil y caduca

De los ojos de Winston


Una vieja saca dos botones

Aparentan ser monedas

Las coloca en la mano del ciego mendigo

Le hace abrir bien los ojos y lo obliga a mirar

Su noble caridad y despojo filántropo

Duerme muy tranquila

No sin rezar antes un Padrenuestro

Mea culpa